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domingo, 15 de diciembre de 2013

Escuelas Psicológicas: Psicología Humanista

El reducionismo de psicoanálisis y conductismo dio lugar a un movimiento psicológico-filosófico que denominamos Psicología humanista. El resumen de este heterogéneo grupo de psicólogos, pensadores, filósofos, se puede sintetizar con la siguiente sentencia:

No somos enfermos (psicoanálisis), no somos animales de laboratorio (conductismo). Somos seres humanos.
Dada la amplitud de este movimiento psicológico, iniciado a finales de los años cincuenta en Estados Unidos- recogeremos las tesis principales defendidas por Abraham Maslow (1908-1970), Viktor Frankl (1905-1997) y Carl Rogers (1902-1987).
Abraham Maslow y la pirámide de necesidades humanas
En su obra, Una teoría sobre la motivación humana, A. Maslow jerarquizó las necesidades humanas, afirmando que el ser humano, tras cubrir sus necesidades más básicas, necesita desarrollar necesidades más elevadas.


Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido
Fundador de la Logoterapia. Su libro, El hombre en busca de sentido, es un clásico de la literatura psicológica y filosófica.
La voluntad de sentido es la característica más genuina del ser humano: Quien tiene una razón para vivir, acabará por encontrar el cómo.
La logoterapia supone, entre otras metodologías, una utilización satisfactoria del diálogo socrático; se usa el estilo de la mayéutica para guiar a la persona hacia el autoconocimiento y la precisión de su responsabilidad en sus acciones.
Carl Rogers y la terapia centrada en la persona (Cliente)
El uso de la terminología cliente frente a paciente enmarca el estilo humanista de esta terapia propuesta, inicialmente, por Carl Rogers. Un cliente es activo en la consecución de sus objetivos. También debe serlo el enfermo; por eso, debe ser tratado como un cliente ya que su papel es de protagonista en su propio proceso de curación.
Esta relación, centrada en el cliente, queda estructurada por las siguientes actitudes básicas:
-Aceptación positiva e incondicional de toda persona que busque ayuda. Al mismo tiempo, se acepta, siempre y sin reservas, la manera de abrirse el cliente frente al terapeuta.
-La empatía frente a la persona que sufre. Esta empatía es la condición de posibilidad de toda terapia.
-La autenticidad del terapeuta, que permite un diálogo sincero y constructivo con el cliente. El terapeuta no debe perder su perfil profesional, tampoco su humanidad.

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